Un día en Bolonia: visita a Baelo Claudia, almuerzo en un chiringuito, tarde de playa y paseo por la duna
Bolonia, con toda su exuberante naturalidad, le propone un recorrido de la mañana a la noche pleno de sensaciones capaz de cultivar y satisfacer todas sus inquietudes. De inicio este enclave ubicado a pie de playa y dentro del Parque Natural del Estrecho de entrada le pide al viajero que además de observar la inmensidad de su ensenada, coronada por una gran duna, y el verde del monte mediterráneo, además, se dé el lujo de hacer una visita cultural al Conjunto Arqueológico de Baelo Claudia.
Allí se encuentra la antigua ciudad romana de "Baelo Claudia" con unos restos arquitectónicos datados a finales del siglo II antes de Cristo. Esta población nació sobre un asentamiento fenicio-púnico más antiguo, y su existencia estuvo relacionada con el comercio con el norte de África, con la pesca, la industria de salazón y el "garum" (una salsa derivada del mismo).
En su trazado urbano se distinguen las dos vías principales clásicas de una ciudad romana: el ‘Decumanus maximus’, que la recorría de este a oeste y en cuyos extremos se situaban las puertas de entrada a la ciudad, y el ‘Cardo maximus’, que la cruza en ángulo recto y por tanto en dirección norte a sur.
En el yacimiento se conservan bastantes elementos representativos de una ciudad romana como una plaza pública (foro); un palacio de justicia (basílica judicial), presidida por una estatua del emperador Trajano de más de tres metros de altura;
cuatro templos: tres dedicados a cada uno de los componentes de la Tríada capitolina (Júpiter, Juno y Minerva) y uno dedicado a la diosa egipcia Isis; y un gran teatro, con aforo de hasta 2000 personas, que es el edificio mejor conservado del conjunto y donde actualmente en las noches de verano se sigue representando obras. También en el conjunto arqueológico se pueden ver restos de las tiendas (tabernae), del mercado (macellum), o las termas (termae).
El viajero, después de bañarse en la historia secular de la ensenada de Bolonia, puede disfrutar a continuación del placer de la gastronomía de la zona en uno de los innumerables restaurantes o chiringuitos situados a pie de playa. Con la grandiosa vista de la línea del horizonte del mar, con el rumor incesante del batir de las olas sobre la brillante arena y con la gran duna de fondo, sentarse a comer en tan incomparable marco es una opción irresistible de rechazar.
Estando a pie de playa, el comensal es lógico que de inicio elija los productos del mar para dar placer a su paladar. En Tarifa es característico por las particularidades propias de las corrientes del Estrecho de Gibraltar las carnes de tres pescados singulares: el sargo, el pargo y el dentón, conocido en la zona con el nombre de urta. Aunque el buen comensal no se puede ir nunca de Tarifa sin probar la carne del atún, capturado por el arte milenario de la almadraba, y cocinada en una y mil variantes, con recetas a veces también milenarias.
También son exquisitas las tortillitas de camarones y sobre todo el cazón, un escualo típico del Estrecho, normalmente cocinado en adobo; las ortiguitas de mar o la mojama del atún, que comúnmente se llama el ‘jamón del mar’. En cuanto a mariscos: gambas y langostinos, ostiones y erizos pueblan las mesas de los restaurantes de Bolonia.
Tras una magnífica comida, el siguiente paso del viajero es bajar a pie de playa y disfrutar de una arena blanca y suave, de un oceáno Atlántico limpio y fresco, y de un sol siempre acogedor a la brisa de los aires de levante o poniente. Disfrutar de una tarde de playa inigualable.
Para el atardecer la propuesta es subir caminando a la duna de Bolonia y disfrutar de unas vistas sencillamente espectaculares desde esa altura de la ensenada; para finalizar la jornada disfrutando tanto a pie de playa o en uno de los chiringuitos de unas de las mejores puestas de sol que se puedan contemplar, ocultándose el astro brillante entre el mar y las últimas estribaciones de la propia duna.